Al igual que el uranio, que con un poco de paciencia y dedicaciòn puede enriquecerse y transformarse en plutonio, un poema puede transformarse en canción.
Para ello es necesario arrancar la hoja de cuaderno en donde se encuentra, para trasladarla a un cuarto oscuro, en donde deberá colgarse en una cuerda horizontal, como ropa que se estila.
Lo importante ahora será llenar la habitación con destellos de diversos colores fosforescentes, como rayos y centellas. Un solo de guitarra eléctrica podrá aportar pinceladas de un rojo brillante, y su distorsión un negro mucho más oscuro que el de una noche infestada de lobos hambrientos. Los tonos verdes nacerán del abuso de un delay, en combinación con algún otro sonido electrónico.
IMPORTANTE: Si después de un tiempo, el papel no empieza a vibrar por su propia cuenta, agregue bombos y platillos a gusto.
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