domingo, octubre 19, 2014

Remitente

La belleza es siempre un mensaje. 
Hay una firma misteriosa en todo lo que sorprende, paraliza y detiene.
El mundo está lleno de autógrafos diminutos.

La perfección es una firma.
Una costura presente en todo lo creado.
El azar es incapaz de crear dados.
Toda flor tiene un remitente.

Como un ente poseido desde adentro, 
desde el infernal ruido de sus propias palabras, 
el hombre queda ciego ante lo simple,
como quien olvida su lengua materna.

Como quien no entiende el lenguaje de los peces, 
escorpiones, lagartos y dromedarios,
que se entienden con señas oculares,
desechando los alfabetos delimitadores.

Porque nuestra verdadera lengua no tiene palabras,
y es común a la de todos los animales, que observan y dan gracias al mismo tiempo.
Algo que simplemente emana de los ojos. 
Sin necesidad de controlar ni comprender.

No obstante, ante tanto ruido prefiero agradecer.
Siendo humilde me hago interminable,
no se ponerle un límite a una gota que decide abrazar un océano.

Toda piedra oculta una costura.
Toda mañana oculta una receta.
Cada mirada contiene un naufragio.
Cada montaña es una bóveda que no necesitamos abrir.

No desconozco la ternura que hay en cada átomo, que oculta su felicidad indivisible.

Las iguanas engendran acertijos,
Los lagos hermosos dinosaurios,
Las galaxias son entes sexuales coloreados por gaviotas.

Toda flor tiene un remitente.

E. Bergy

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